HARROD Y DOMAR:
A finales de los años
cuarenta, dos economistas keynesianos, en Gran Bretaña y Evsey D. Domar en
Norteamérica, desarrollaron de forma independiente un análisis del crecimiento económico que es conocido
como el modelo Harrod-Domar.
En el modelo se analizan los
factores o razones que influyen en la velocidad del crecimiento, a saber, la tasa de crecimiento del trabajo, la
productividad del trabajo, la tasa de crecimiento del capital o tasa de ahorro
e inversión y la productividad del capital.
En el modelo de Harrod-Domar
se llama tasa natural de crecimiento al ritmo de crecimiento de la oferta de
trabajo. Por oferta de trabajo se entiende aquí no sólo el aumento del número
de trabajadores, o de horas que están dispuestos a trabajar, sino a también el
aumento de su capacidad productiva, de su productividad. En otras palabras, es
la tasa de crecimiento de la población activa más la tasa de crecimiento de la
productividad del trabajo.
Para que haya un crecimiento
económico equilibrado y con pleno empleo es necesario que el producto y el
capital productivo crezcan exactamente en esa misma proporción, la tasa
natural. Si el crecimiento del capital es menor del crecimiento del trabajo, habrá
desempleo. Si el crecimiento es superior se producirán distorsiones en la tasa
de ahorro e inversión que desequilibrarán el crecimiento.
El crecimiento del producto
requiere crecimiento del capital existente y esto requiere ahorro, es decir,
destinar un porcentaje de la renta a la inversión en capital. En el modelo de
Harrod-Domar se llama tasa garantizada de crecimiento o tasa de crecimiento
requerido a "aquel ritmo general de avance que, si se consigue, dejará a
los empresarios en una actitud que les predispondrá a continuar un avance
similar". En otras palabras, es la tasa de crecimiento que hace que la
tasa de ahorro e inversión permanezcan constantes.
Al analizar Harrod y Domar
todas esas variables y las relaciones entre ellas encontraron dos graves
problemas: Las razones del crecimiento de la población activa no tienen nada
que ver con las razones que determinan el ahorro, la inversión y las
variaciones en la productividad del trabajo y del capital. Por tanto, no hay
ninguna razón por la que podamos suponer que sus tasas de crecimiento
coincidan.
Cuando la tasa de
crecimiento del producto difiere de la tasa natural, el distanciamiento tiende
a agravarse.
Por tanto sus previsiones de
crecimiento resultaron muy pesimistas. El crecimiento económico tiene tendencia
a ser inestable e inevitablemente se producirán cambios cíclicos en las tasas
de crecimiento, de ahorro, de inversión y de empleo.
El modelo de crecimiento
neoclásico, conocido a menudo como modelo de crecimiento de Solow fue el primer
intento de guiar de forma analítica el crecimiento a largo plazo. El modelo
predice la convergencia hacia un estado continuo; en ese estado continuo, todo
crecimiento per capita surge del progreso tecnológico. Partiendo de factores
idénticos en lo relativo a instituciones (gobierno y bancos centrales),
funciones de producción añadidas y medias de ahorros, todos los países tenderán
a converger hacia el mismo estado continuo. Teniendo en cuenta que no todos los
países tienen las mismas características, es posible que no todos los países
del mundo converjan. De hecho, examinando datos empíricos, la convergencia sólo
es observable de forma limitada.
En el modelo de crecimiento
neoclásico, el crecimiento es exógeno: queda fuera del modelo, es decir, que no
se explica mediante el modelo sino que se parte de la base de que tiene un
valor concreto. Esto simplifica el modelo pero no explica cómo o por qué crecen
las economías. La teoría del crecimiento endógeno trata de interiorizar el
crecimiento. Esto implica explicar el crecimiento en un modelo de la economía.
Las investigaciones realizadas en esta área se han centrado en los aumentos del
capital humano (p.ej. de educación) o del cambio tecnológico (p.ej. la
innovación).
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